El gusto de los dálmatas por los kiwis

Resulta apasionante releer las historias de los pioneros relacionados con el mundo del vino. Hoy hablamos del «Viejo Mundo» (Francia, Italia, Alemania, España, Portugal, Hungría y Austria) en contraposición a los del «Nuevo Mundo», en los que encontramos a California y Oregón en Norte América; Sudáfrica, Australia, Argentina, Chile y Nueva Zelanda.

En España sigue sorprendiéndose mucha gente de que además de Riojas, Riberas y en cierta forma Prioratos – con cierto sarcasmo lo digo- existan países tan ¿recónditos? como Nueva Zelanda donde se haya conseguido dominar el vino y su cultura creando excelentes blancos, tintos y espumosos. 

ImagenNueva Zelanda que hasta hace algo más de cuarenta años era objeto del dominio de la uva Müller Thurgau gracias al influjo germánico, creando vinos blancos y simples de nula concentración, fue poco a poco encontrando microclimas; terrenos particulares, accidentes geológicos y técnicas de viticultura avanzada como el canopy (en España profusamente utilizada en la DOP Dominio de Valdepusa) y comprendieron que no solo en sus zonas de viticultura tradicional, como en el Norte de la Isla Norte con un clima cálido se podrían devisar grandes vinos. La Isla Norte con sus zona de Auckland y la particular Waiheke Island, Hawke’s Bay y su subzona – tan celebrada – de Gimblett Gravels – que maneja la mezcla bordelesa por excelencia, el Cabernet Sauvignon y el Merlot; Wairarapa y su renombrado Mantiborough que comparte con su vecino de la Isla del Sur, no solo el clima -particularmente seco, necesitando en ocasiones irrigación- sino el predominio del famoso y popular Sauvignon Blanc que tanto esquemas rompió hace 20 años así como el Pinot Noir con vinos que recuerdan la Côte de Beaune borgoñesa siguiendo en la región de Canterbury y reducto de grandes vino como es Waipara. Terminando este recorrido en en centro de la Isla del Sur, Central Otago y su Pinot Noir que revela esencia y alma de la Côte de Nuits. Este es un leve recorrido sobre este maravilloso país cuyo sobrenombre en la selección nacional de rugby es el de los «kiwis» por obvias y frutales razones.

Todo ello, todo ese universo, no nació de los autóctonos que arrivaron con el Capital Cook bajo pabellón británico y que hace que hoy Nueva Zelanda sea un país de la Commonwealth. Fue del Continente, de Europa, de la región croata de Dalmacia bañada por el Adriático de donde un grupo de pioneros supieron entender la variedad climática y geológica de la Nueva Zelanda, esos fueron los dálmatas que no tuvieron miedo al Océano.

Imprimieron su carácter emprendedor y europeo para llegar al lugar más extremo de plantación de viña, fue una simbiosis de lo que Nueva Zelanda demandaba y ellos ofrecían, de nuevo, los que se mezclan, los que cruzan las fronteras para hacerlas desaparecer, regalan al mundo y a sus habitantes una nueva forma de entender lo que ya «se supone» para no dejar de sorprender.

Lo dicho… una frontera menos.